Habla Nuestra Palabra

La palabra más trascendente e importante jamás pronunciada en cualquier lugar y en cualquier momento es la Palabra que Dios habló en nuestra carne. Como fuimos creados a Su imagen, también debemos hablar nuestra palabra más importante y consecuente en nuestro mundo de vida.

Cuando comenzamos bien la vida, primero les decimos esa palabra a los padres: “Te amo”. Luego se nos enseña a decírselo a hermanos y hermanas, tías y tíos. Y en algún momento de este tiempo, aprendemos a decirle a Dios nuestro Señor: “Te amo”. A medida que transcurre nuestra vida, se lo decimos a nuestro cónyuge e hijos, a familiares y amigos, a veces incluso a enemigos.

No siempre es fácil hacer santo y no egoísta ese “te amo”. No nos sorprende: en verdad, culpable nací, pecador cuando mi madre me concibió (Sal. 51:5). Sabemos por experiencia que hablamos nuestra palabra como pecadores. Pero Dios nos ha dado el lugar donde también podemos decir esa palabra, hablar de nuestra culpa con una confianza profunda: el Sacramento de la Reconciliación. Dios nuestro Señor ha perdonado nuestro pecado, pero necesitamos decir nuestra palabra profundamente auténtica: “Bendíceme, padre, porque he pecado”.

Entonces, conscientes de que proviene de un corazón limpio, podemos dirigir nuestra palabra consecuente a Dios nuestro Señor y a todos los que Él nos da: os amo”.


Padre Joe Tetlow, SJ