Alabar a Dios y al Prójimo

En la publicación anterior, examinamos tres actitudes que Ignacio sugirió como guías para caminar en esta vida con un sentido de propósito y dirección. En lugar de imponer reglas rígidas, Ignacio propone tres actitudes relacionadas con Dios: Alabanza, Reverencia y Servicio. En la publicación anterior, exploramos lo que significan esas actitudes en nuestra relación con Dios. Ahora veremos cómo una actitud de alabanza genuina puede verse en nuestras relaciones con nuestros semejantes.


Dijimos que la Alabanza hacia Dios tiene que ver con vivir en constante reconocimiento de los dones de Dios, una vida de gratitud. Alabar a Dios puede ser diferente de alabar a nuestros hermanos y hermanas, ya que ellos pecan y son imperfectos. Sin embargo, si alabamos a Dios y Dios creó a estos seres humanos imperfectos, también debo encontrar algo bueno en ellos. De hecho, ser capaz de encontrar lo que es bueno en los demás podría ser una de las mejores cosas que podemos hacer para tener una experiencia positiva de conflicto con los demás y relaciones prósperas. Debe notarse que cuando ofrecemos una palabra de alabanza a los demás, es diferente de la adulación o el coqueteo, ya que la verdadera alabanza no intenta obtener nada a cambio (un beneficio o atención romántica), excepto reconocer lo bueno en el otro. Una actitud de alabanza hacia los demás es una oferta abierta de relación sin condiciones. Por supuesto, necesitamos vivir en la verdad y también identificar lo que está mal y pecaminoso para estar seguros, pero comenzar cada relación con esta actitud conducirá a una vida feliz y, muy probablemente, a relaciones excelentes.